Animalia

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Por fin se brinda la ocasión de echar agua bendita al perro de tu vecino… o a la gata de tu prima.  El domingo 17 a las 12.00, bajo el Cristo que hay a la entrada de la Parroquia  cualquier animal o mascota –hámster, hurón, serpiente, loro, jabalí- será bendecido con ocasión de San Antonio. Pero hay más.

La bendición de animales que la iglesia lleva haciendo siglos, ha sido lamentablemente adoptada por los laicistas en su canonización –también laica- de la naturaleza. Roban los conceptos, los pervierten, y los vomitan sin significado alguno, tocados de muerte. Me voy a explicar.

En el siglo I, san Clemente Romano hablaba con claridad del respeto de la creación: sus estaciones, la naturaleza, el clima, los hombres. La secular bendición de animales es una prueba de esto mismo.

Ahora, en una especie de nueva dialéctica, santifican a las plantas, los animales y las montañas, y demonizan al hombre. Defienden en embrión de lagarto, y destruyen al embrión humano. El vientre materno es menos seguro en el siglo XXI que la cáscara de un huevo. Los más de cien mil abortos que hay en España dan fe de ello. ¿Dónde el ecologismo? ¿Dónde el naturalismo?

Con la fraternidad, tres cuartas partes de lo mismo: fundada en que somos todos hijos de Dios, la metieron a 6500 revoluciones para devolverla echa una piltrafa. La secularizaron, y ahora toca soportar que hablen continuamente de igualdad aquellos que son, sin duda, los más sectarios. Promueven ministerios de igualdad, que son nichos de resentimiento, tan machistas como el machismo que quieren combatir. Ponen cuotas (un hombre, una mujer) sin darse cuenta de que muy probablemente, a día de hoy, hay con toda seguridad más mujeres valiosas que hombres que merezcan la pena. ¿Por qué limitarles su participación a la ratio uno a una? Porque no creen ni en la igualdad ni en la libertad, por más que digan ciudadanos/ciudadanas, amigos/amigas… haciendo del castellano una lengua no potable.

No obstante, es esa misma naturaleza (utilizada) la que nos muestra nuestro (no, ¿o sí?) futuro. Cortada la raíz, se acaban por secar los árboles, aunque por un tiempo resistan sus frutos, incluso pareciendo más y más sabrosos. Cortaron la raíz de la cultura, y ya se anuncia la descomposición de mucho, al tiempo que crece exponencialmente el número de resentidos.

¿Qué queda entonces para el lector de este blog? Alimentar la raíz, y dar también nosotros el fruto sabroso de la fraternidad auténtica (alegría) y amor a la creación (austeridad de vida). Y si le apetece, pasarse el domingo 17 a las 12.00 para ver el espectáculo animal… que es alegría para Dios y los hombres.

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