Grande cristiano
Se puede ser bueno, pero para ser grande de verdad es absolutamente oportuno y necesario… amar a la virgen María. Eso es un cristiano grande, o un gran cristiano. No basta tener una idea de quién es la Virgen María; no basta alabar en general a Dios: un cristiano se mide por su intimidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo… y la Virgen María.
Quedan pocos días (¡este Domingo!) para que una nueva estatua de la Virgen llegue a nuestra Iglesia. A la Virgen hay que quererla sí o sí, pero… ¿y a ‘esta’ Virgen?
Cuando Gaudí hizo su maqueta para el presbiterio de la catedral de Mallorca… no pudo llevar a cabo su obra. Acusado de modernista, tuvo de dejar su diseño tal como lo encontramos ahora: sólo proyectado, sólo en maqueta. Cuesta asimilar lo último, pero es deber de la iglesia intentar dialogar con ello. Si estamos fuera del mundo, ajenos a los caminos de la cultura, anclados en el pasado… ¿conseguiremos alguna vez dialogar con los hombres de hoy? Nosotros lo hemos intentado. ¿Lo habremos conseguido?
“Estado de ánimo en que no se siente ni inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o negocio determinado”; esto es la indiferencia, y esto es lo que hemos tratado de evitar por todos los medios. La talla no te va a dejar indiferente: te gustará, casi seguro… o no… pero habrá un diálogo: de eso estoy cierto.
Lo único obligatorio es amarla con todo nuestro corazón. El resto es cuestión de gustos… y confiamos conquistar el tuyo. Para Dios. Para María. 4 días.
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Era en el siglo XV, casi principios del renacimiento, cuando comenzó la disputa entre los reconocidos artistas para elegir de entre todas las artes, la mejor. Escultores, pintores y arquitectos entraron a saco en lo que se llamo “paragone” (una disputa acalorada para saber cual de esas tres artes dignificaba más al artista). Desde entonces ríos de tinta han corrido y siguen corriendo entre los interesados por el arte para determinar qué es el arte y lo más bello de él. Hasta que Dino Formaggio (filósofo italiano) entrado ya el siglo XX, intento terminar con la discusión y zanjo el tema diciendo que el arte es “todo aquello que los hombres quieran llamar arte”. Atónitos se quedaron entonces los que tuvieron que admirar el inodoro de un tal artista llamado Duchamp, dando comienzo así el arte del siglo XX. Duchamp tuvo la valentía (para otros fue la imprudencia) de tomar como su creación un inodoro y, bautizándolo con el nombre de “la fuente”, enviarlo a una exposición en Nueva York para que lo incluyeran como su obra. Y así fue como desde entonces el arte quedo a la deriva de la opinión del que lo admira, más que de la intención del que lo crea.
Hoy, contemplando la figura de nuestra Virgen de Nazaret, creo ver en ella una intención del artista que cumple con todas las expectativas de los diferentes estilos del arte que se han dado a lo largo de la historia. Nuestra virgen tiene en su cara una talla cuatrocentista, como las dulces vírgenes que Fra Angélico pintaba tras largas horas de rezo buscando su inspiración. El acabado de su figura es el de una obra románica exenta de suntuosidad, como San Bernardo recomendaba que fuera todo arte sacro, para que las gentes no admiren lo bello y veneren lo sagrado. Y toda ella es de ese blanco inmaculado que atrapa la tenue luz que la ilumina y la devuelve convertida en esos haces de luz que traspasaban las góticas vidrieras de la Catedral de Saint Denis, cuando el Abad Suger entraba en su trance anagógico, causado por el amor que le inducía la belleza de la casa de Dios. Pero lo que más habla de su presencia es precisamente ese halo de ausencia en su textura de “non finita” que, al primer golpe de vista, cautiva las miradas que saben buscar la perfección de lo que se insinúa y se imagina en el mundo terreno, pero sólo se alcanza en el divino. Nuestra virgen de Nazaret es como esos cuadros impresionistas que no se dejan ver con total nitidez, pero se sienten al modo en que Gauguín se lo revelo a su amigo Vicent Van Gogh, explicándole lo que era crear en términos modernos con estas palabras: “Crear es no copiar demasiado la naturaleza. El arte es una abstracción; deriva esa abstracción de la naturaleza, mientras sueñas ante ella, pero piensa más en la creación que en el resultado. La única manera de elevarse hasta Dios es haciendo lo que hace nuestro divino maestro, Crear”
Nuestra Virgen de Nazaret esta inconclusa; como nuestra parroquia; como toda obra “non finita” de los mejores artistas que han llegado al culmen de su arte y están suspendidos más de lo divino que de lo terreno, rozando ese mundo superior a la mera materia; como toda obra de nuestro creador, creada y entregada al libre albedrío divino hasta ser completada en el fin de los tiempos para la eternidad.
Inmaculada,
Te felicito por la buena explicación que has dado de lo que realmente ha sido el objetivo que nos propusimos al encargar esta talla.
El arte después del CV II fué, desde mi punto de vista, un experimento fallido al intentar reconciliar el arte moderno con el arte religioso. Este salió perdiendo cuando no tuvo en cuenta la tradición, ni la historia, ni la piedad.
A finales del siglo XX y comienzos del XXI el arte religioso no se considera ARTE o se desliaza hacia un hiperrealismo de corto alcance.
En estas fechas , en el Ensanche, en un barracón, se produce la reconciliacíon del Arte y la Piedad.
Y como tú, bien dices, Diana G Roy lo ha conseguido.
¡ENHORABUENA!