Creer… ¿en la libertad de iniciativa?

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Creer… ¿en la libertad de iniciativa?

Esto es lo que se llama entrar al quite. Y con gusto. Con mucho gusto. Ayer lo hizo nosequé torero en las Ventas; entró al quite para evitar la cornada al monosabio. Hoy ponemos nosotros el capote para intentar que alguno deje de cornear –es imposible, es ideología- una empresa que es justa y adecuada.

Están construyendo tres bloques de edificios en el ensanche. Uno enfrente del Factory. Otros dos junto a la gran vía del Sudeste. ¿Cuántas voces se alzan contra esas moles? Basta de tanto hormigón, enemigo de lo humano. Basta de esa iniciativa privada que corroe las junturas y ligamentos de bienestar.

Entonces, ¿qué? En ese terreno haría falta, por este orden, un ambulatorio, una biblioteca municipal y un polideportivo público. ¿Por qué a ellos no se les exige, se les critica critica y se les destruye? ¿Acaso no hay respuesta social?

Si no se les ataca es porque entendemos que ellos pueden hacer con su terreno exactamente lo que les de la gana, ¿no es cierto?

Entonces, ¿resulta extraño que la iglesia haga con su terreno lo que le parezca más oportuno? ¿Qué tiene de extraño que la Iglesia construya iglesias? ¿Por qué es tan dificil de entender? y es que algunos piensan que las iglesias las paga Ana Botella… o Tierno Galván, según los casos. Y va a ser que no. Que no, convéncete… Hiperventilación: no.

La iglesia la pagan sus fieles cada domingo, cada mes (cuando se suscriben voluntariamente con una cuota mensual). Para que se entienda: la iglesia no es un sindicato subvencionado. Los sacerdotes no son liberados que cobran a cuenta del estado o de la empresa. No os preocupéis. Son pagados, nuevamente, por sus fieles. Cada parroquia sufraga ese gasto. ¿Y la ‘X’ de la renta? Eso es para quien quiera ponerla; y que no tenga duda, que pondrá la X a la institución con mayor número de hospitales del mundo, con mayor número de bibliotecas del mundo, y con mayor número de actividades sociales del mundo.

Es lógico –estamos en el siglo XXI- que muchos en el ensanche no vean a Dios en sus vidas, ni experimenten lo maravilloso de ser creyente: el perdón, la misericordia, la caridad y sobre todo, la inmensa paz interior. Pero carece de toda razón que haya quien no crea en la iniciativa privada, ya de la constructora San José, ya de la iglesia católica.

Creamos en lo que creamos, es moderno -es necesario- tener fe en la iniciativa particular de cada uno.

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Comentario (1)

  • silvia Contestar

    ¡¡¡MÁS CLARO, AGUA!!! YO SÍ QUIERO IGLESIA

    6 junio, 2014 at 8:44 am

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